El último Quejío de Salvador Távora

Escrito por: Teresa Tamurejo

En la España donde los bancos son los mejores aliados, se constituyen como benefactores de sueños. Sueños materializados en grandes construcciones, un país donde todo parece ser posible. El trabajo no es ninguna preocupación para la mayoría de los españoles. Una etapa de abundancia cuyos riesgos de tan desmesurada situación no se percibían a simple vista. Aunque no se pretende hablar en esta líneas de la crisis económica. Es necesario traer a colación algunas escenas de esos años. Dentro de este apogeo y celebración constante dentro de la sociedad española, el dinero cautivó las esperanzas del sector cultural. En el 2006, se cultivan las más grandes ambiciones a nivel teatral en la capital Andaluza. En este año los entramados de ilusiones, esperanzas y sobre todo ambiciones, se unen para crear lo que muchos consideraban en aquel entonces una obra maestra. El Magnum opus que impresionaría a todos, comenzó a gestarse en un año de ceguera empresarial y sin límites económicos. Esa obra de la que muchos políticos y directores de salas de teatro se sentían orgullosos, nace con la intención de heredar una ciudad con una tradición cultural descentralizada. Es decir, que al estilo de París o Barcelona, cualquier sevillano podía tener a su alcance un espacio escénico a pocos metros de su localidad o lugar de residencia. Un proyecto que para algunos sería un gran triunfo empresarial, para otros se convertiría en una pesadilla, en un grave error que los llevaría a la ruina. La burbuja económica se encuentra a punto de estallar, y en Sevilla todos parecen estar de celebración. Políticos y agentes teatrales han firmado por convertir a Sevilla en el nuevo eje de referencia cultural.

Que comience la celebración. Se abre el telón e inician las construcciones de varias salas de teatro, las reformas, un cambio de focos y el diseño de la infraestructura de los espacios, seguido del aumento de la programación y como acto final, dinero para todos durante 4 años. Bienvenidos a la función. Dirige la obra el Plan Director de Espacios Culturales de Gestión Privada a cargo del Delegado de Cultura, el señor Juan Carlos Marset. Con el patrocinio del Ayuntamiento de Sevilla. Una obra basada en El Plan Estratégico de la ciudad Sevillana. Todo está preparado, los espectadores se encuentran impacientes, los medios de comunicación esperan publicar noticias de todo 2 tipo. Es el momento de que comience la función desde el primer acto hasta el último, veamos que ha pasado en 4 años como cabezas de cartel.

El primer acto de la función. Se plantea de forma clara y concisa. En el 2006 surgen varios hechos que llevan al actual desenlace de la situación en la que se encuentra el protagonista de la historia. La sala de teatro Salvador Távora. Una sala a cargo de un referente cultural para los andaluces como es el señor Távora Triano. El espacio escénico se encuentra localizado en la zona Sur de la capital andaluza, en la avenida Hytasa, perteneciente al barrio del Cerro del Águila. Este lugar cultural se construye con el supuesto apoyo de instituciones oficiales como el Ayuntamiento de Sevilla.

En el 2005 sucede algo que cambiaría la historia de aquel andaluz, que le había dado la vuelta al mundo con sus obras más reconocidas. Exactamente en septiembre se realiza el segundo encuentro del Foro de Agentes Culturales de Sevilla (FACS), donde la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla solicitó al FACS que redactara una propuesta del Plan Director de Espacios Culturales (PDEC), que posteriormente fue aprobada en pleno municipal y respaldada por su gestor Juan Carlos Marset, el Delegado de Cultura desde el 2004 hasta el 2007. Meses antes de que se aceptara el Plan Director, Marset había tenido la oportunidad de asistir a un evento cultural en México al que casualmente también asistió Távora. Durante el encuentro ambos afirman haber hablado del Plan Director, donde Marset motivó al señor Salvador a embarcarse en el proyecto. El dueño de la sala finalmente participó en el Plan Director pero con ciertas condiciones explícitas, como la creación de una Sala en su barrio natal, el Cerro del Águila y específicamente en el antiguo lugar donde comenzó a trabajar desde su adolescencia, como obrero en los talleres mecánicos en una fábrica de tejidos. Esta barriada sevillana, alejada del centro de la ciudad y que desde el siglo XX ha tenido ciertos problemas característicos de zonas obreras a nivel de infraestructura. Cuenta con un gran valor sentimental para Távora, fue allí donde creció y se alimentó de todas las vivencias de un ambiente rural inmerso en la ciudad, y que de cierto modo le llegó a influir a la hora de forjar y definir su carrera profesional. Una vez planteadas las condiciones de Távora, las promesas de conseguir 100.000 euros anuales para mantener la sala por parte del Ayuntamiento, se mezclaron de manera inherente con las aspiraciones del artista. Su sueño de culminar una carrera con una sala de teatro que llevara por bandera su nombre y ofreciera butacas para todo tipo de público a un precio económicamente insuperable, hicieron posible la realización de un nuevo espacio escénico de corta madurez e incluso un escaso ciclo de vida.

Durante esta primera escena, todo parecía florecer, el sector teatral se encontraba a la espera de 1.228.000 euros anuales que se había estimado del presupuesto general para cubrir los objetivos del Plan de Espacios Escénicos de Gestión Privada. La ilusión era cada vez mayor, pero algunos no se dejaron llevar por el resplandor del motín. Ciertas figuras reconocidas dentro del sector teatral como Pedro Álvarez Ossorio, director de la sala de Teatro la Fundición o Ricardo Iniesta, director de la sala de teatro Atalaya TNT, actuaron con cierta agilidad empresarial.

El Plan Director hace su aplicación efectiva el 1 de enero de 2007 y finaliza su vigencia el 31 de diciembre de 2010, con la intención de subsanar el desequilibrio dotacional entre los distintos distritos de la ciudad. Según describe el Plan Director entre sus líneas, existe una clara tendencia de concentración de infraestructuras culturales en el casco antiguo de la localidad sevillana. Específicamente, el distrito del casco antiguo cuenta con el 56.84% de espacios escénicos a diferencia de otros distritos como Sur y TrianaLos Remedios que concentran por su parte el 26,77% de las infraestructuras de la ciudad (15,80 y 10,97 respectivamente). Actualmente, esa tendencia de concentración continúa y no como un hecho aislado. El Plan Director en el que muchos confiaron no llegó a cumplir la totalidad de sus objetivos por varios motivos. La irresponsabilidad empresarial de algunos directores, anexa a las ambiciones individuales de un delegado de cultura, junto con el esplendor coyuntural de España y las particularidades de los partidos políticos al no compromiso de continuidad de los proyectos asumidos en años anteriores. Devuelve a Sevilla la condición de una ciudad que alberga un casco antiguo con una alta calidad y aumento en número de la expresión teatral.

El clímax de la obra se centra en el caso de la sala de Teatro Salvador Távora. Un problema, un error, como afirma el dueño de la sala, que hasta el día de hoy no cuenta con ninguna solución favorable para su situación. Las opiniones frente a este caso en particular, son variadas, pero todo parece apuntar a un mismo eje de apoyo. La mayoría de salas de teatro de la localidad sevillana, con menos de 200 butacas, enfocan su mecanismo de financiación a buscar un gran padrino que supla algunas de sus necesidades. Las salas de la capital cuentan con un escaso nivel de innovación en estrategias de marketing, y nuevas tendencias empresariales para gestionar nuevos métodos de financiación. Son salas dependientes de la caridad del Estado. Y a la vez cómplices, victimas y culpables de su propia situación.